Empodera a tus equipos para que sean los arquitectos de su propio éxito
La capacidad de los equipos es como los gases: se expande hasta ocupar todo el espacio que tiene. Veamos cómo podemos hacer para que se maximice y se desarrolle con todo su potencial
A medida que he ido avanzando en mi carrera profesional que, como muchas otras, se encontró tímidamente con el producto digital hasta hacerlo propio, he conocido diferentes formas de trabajar y he coincidido con muchos equipos. No es un secreto que cada equipo desarrolla poco a poco (itera, revisa, pivota) la manera de trabajar que mejor les funciona, y así es como debe ser. No voy ahora a compartir una verdad universal que va a salvar tu día a día y va a hacer despegar a tus equipos y tu producto más allá de tus sueños y tus posibilidades.
Lo que sí voy a hacer es compartir una reflexión y un aprendizaje que he alcanzado después de mucha prueba-error y que me ayuda cada día en el desempeño de mi rol.
Y es que he aprendido que las personas, como norma general, quieren mejorar y crecer y avanzar. Y que, cuanto más espacio (a.k.a. responsabilidad, tareas, visibilidad, etc.) le das a una persona, más abarca. Y puede parecer una obviedad, pero muchas veces actuamos en contra de este principio.
Tú, y tus maneras
Cuando arrancas como responsable de una tarea o de un equipo, defines una manera de hacer las cosas que se corresponde con tu manera de ser, de considerar un trabajo bien hecho o de organizar/ordenar los pequeños pasos que te llevan a un objetivo. Y esa es tu mejor manera de hacerlo. Pero no es la única.
Y, sin embargo, nuestro principal obstáculo a la hora de dar espacio y de delegar responsabilidades en los equipos, nace de la incapacidad para entender que hay muchas maneras de organizar y realizar el trabajo, y que todas pueden ser válidas. Aunque, por descontado, la nuestra nos resulta la más cercana, la más comprensible y, por ende, generalmente la más acertada.
Pero me gustaría ir más allá de la delegación de tareas (que no es mal punto de partida en cualquier caso), y analizar cómo podemos fomentar una cultura de ownership en los equipos. Y hablo de cultura de ownership porque el ownership es algo subjetivo y que se desarrolla sólo cuando el entorno lo permite, no es algo que se pueda “dar” a alguien de una manera tan directa como la delegación de una tarea concreta.
El ownership es el sentimiento de responsabilidad y control en una disciplina o en un proyecto. Es ser dueño de esa parcela que define mi rol y mi responsabilidad y tener la autonomía y la libertad de tomar decisiones respecto a la misma.
Hablar de una cultura de ownership implica comprender que el ownership no se transfiere directamente como una tarea delegada. En cambio, florece en un entorno que lo permite y lo nutre. No es simplemente algo que se da; es algo que se cultiva.
Rompiendo Barreras Mentales
La clave para fomentar la cultura de ownership es superar, como comentaba anteriormente, la barrera mental que nos lleva a pensar que sólo hay una manera correcta de abordar el trabajo. Aceptar la diversidad de perspectivas y enfoques dentro del equipo es el primer paso hacia la creación de un entorno propicio para el crecimiento.
El reconocimiento de que cada miembro del equipo aporta una visión única y valiosa es fundamental. En lugar de ver las diferencias como obstáculos, debemos considerarlas como oportunidades para enriquecer nuestras estrategias y soluciones. La diversidad de pensamiento es el catalizador de la innovación.
Disclaimer: este ejercicio es fácil de explicar, complicadísimo de llevar a cabo. Pero es una piedra angular que no solo beneficia tu entorno laboral sino que también se extiende a otras áreas de tu vida (si, hablo de permitir que tu marido se encargue del peinado de tus niñas manteniendo la serenidad y confianza en esa decisión). Es recomendable empezar con pequeñas tareas hasta conseguir desarrollar una gestión de la delegación real y sostenible.
Más Allá de la Delegación
Si bien la delegación de tareas es un punto de partida esencial, es crucial ir más allá. El ownership se nutre cuando los miembros del equipo sienten que sus opiniones importan, que tienen voz en la toma de decisiones y que sus contribuciones son valoradas, incluso que son las únicas que se tienen en cuenta para según qué gestiones.
Fomentar una cultura donde la participación activa y la toma de decisiones descentralizada sean la norma contribuye significativamente al sentido de ownership. Los líderes deben actuar como facilitadores, alentando a los miembros del equipo a asumir un papel más activo en la definición y ejecución de las estrategias.
Empoderando con Responsabilidad
La responsabilidad es la piedra angular del ownership. Brindar responsabilidades no sólo impulsa el crecimiento individual sino que también fortalece la conexión del equipo con el proyecto. Cada miembro se convierte en un "dueño" de su parcela, trabajando hacia un objetivo común.
La asignación de responsabilidades no debe ser percibida como una carga, sino como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje. Al delegar tareas, los líderes están proporcionando a sus equipos el espacio necesario para desarrollar nuevas habilidades y asumir un mayor nivel de autonomía.
Creando un Entorno de Apoyo
Una cultura de ownership no prospera en un entorno de crítica constante.
Fomentar un ambiente donde el aprendizaje y la experimentación son bienvenidos permite que los equipos asuman riesgos calculados, fundamentales para la innovación y el progreso. Además, el líder seguirá siendo el responsable último de la iniciativa y le servirá de “escudo” a cada miembro del equipo para avanzar con más confianza.
La idea es construir un entorno donde el error no sea castigado, sino visto como una oportunidad para aprender y mejorar. Los líderes deben alentar la retroalimentación constructiva y ofrecer apoyo cuando surjan desafíos, creando así un espacio seguro para la toma de riesgos y la creatividad.
Conclusión: El Éxito Compartido
En resumen, el cultivo de una cultura de ownership no solo contribuye al crecimiento individual de los miembros del equipo, sino que también es un catalizador para el éxito del producto. Al proporcionar espacio para el desarrollo personal, estamos construyendo un terreno fértil para el florecimiento colectivo.
El camino hacia el éxito no es una senda única y predefinida, sino un viaje compartido donde cada miembro del equipo encuentra su voz y contribuye al coro del triunfo.
En última instancia, el verdadero éxito se forja cuando cada individuo se convierte en un arquitecto de su crecimiento y un impulsor del éxito del equipo y, por lo tanto, del producto.
Muy bueno el articulo!