La Princesa, el Dragón y el PM entrometido
Érase una vez un PM enamorado de una heroica gesta, sin importarle las consecuencias…
La fábula
Había una vez, en un reino muy lejano, una valiente princesa llamada Usaria que cargaba con una terrible maldición. El reino donde vivía estaba bajo la constante amenaza de un terrible y gigantesco Dragón. Para mantener la paz, la princesa debía aventurarse todas las semanas en la guarida del Dragón para obsequiarle con las mejores frutas del reino.
La princesa Usaria era la mayor experta del reino seleccionándolas: Cada siete días escogía las manzanas amarillas más jugosas, las peras verdes más dulces, y las fresas rojas más deliciosas del Huerto Real. Luego las ordenaba y colocaba meticulosamente en un carruaje, y partía desde el castillo hasta la guarida para satisfacer el hambre más dulce del Dragón.
“Cada día con valentía y determinación,
llevaba su cuidadosa ofrenda al dragón,
que aceptaba con un gruñido de satisfacción.”
La princesa no sólo tenía que enfrentarse a un tumultuoso viaje y a las increíbles fauces del enorme reptil volador…El principal obstáculo de todo este proceso era el temperamento del Dragón, ya que era un ser complicado, caprichoso e irascible. Sólo Usaria sabía calmarlo con su paciencia y su ofrenda.
Pero… ¿Es esta una publicación de #desdelBarro o una compilación de cuentos infantiles? ¡Tranqui, no te has equivocado de sitio! El aprendizaje de producto viene en forma de moraleja:
Un día un joven valiente, a la par que ingenuo, quiso acabar con la maldición de la princesa. Con astucia y paciencia superó las siete barreras que defendían la caverna del Dragón sin ser detectado y, aprovechando mientras dormía, acabó con su vida.
Sin embargo, lo que no sabía Manger, pues así se llamaba el joven guerrero, era que la muerte del Dragón traería terribles consecuencias para el reino. Cuando éste cayó se desató un sortilegio terrible: Los árboles del Huerto Real que la Princesa cuidaba con tanto mimo se secaron, los ríos se contaminaron y se volvieron amargos, y el sol se ocultó detrás de una nube que parecía eterna.
La respuesta a este enigma era un secreto que la Familia Real había guardado celosamente: El Dragón, pese a su feroz apariencia y parcos modales, era el que custodiaba el equilibrio del clima en aquel Reino. Esa misión le agotaba de tal forma que tanto su carácter como su apetito se veían mermados, de ahí que necesitara del apoyo de la Princesa todas las semanas.
La moraleja
Sobre cómo lograron devolver el equilibrio al clima del Reino y superaron las adversidades tras la falta de entendimiento entre las partes implicadas es otra historia que merece ser tratada en otra ocasión. Lo importante de este cuento es que, pese a las buenas intenciones y a la falta de mala fe de los protagonistas, el resultado fue catastrófico.
¿Qué os parece este relato? Seguro que pensaréis que se trata de una moraleja bastante desfasada y que no conlleva una enseñanza factible para la vida real. ¡Nada más lejos de la realidad! Esta fábula está basada en mi primer gran error en mi carrera de Product Manager, aunque por aquel entonces no sabía siquiera que trabajaba siquiera de eso.
La Historia detrás de la historia
Si a la princesa le incluimos una “u” y al guerrero una “a” en el medio de sus nombres, podemos situarnos en la historia real que venía a contaros y que estoy seguro de que os sonará en mayor o menor medida, ya que todos nos hemos “embarrado” en esto en alguna ocasión:
🚩 Hace algunos años quise ayudar a una compañera automatizando un proceso tedioso y repetitivo que realizaba diariamente, ya que le ocupaba mucho tiempo en su jornada habitual. Se había acostumbrado a esta labor y estaba cómoda realizándolo pese a que el esfuerzo y tiempo invertidos era enorme, y se prestó a la mejora a regañadientes. Primera red flag.
🚩 Sin embargo, yo veía una gran oportunidad para mejorar la productividad de mi compañera, y un intento casi desesperado para demostrarle a mis superiores que la digitalización/automatización de procesos era el paso natural para avanzar como empresa. Se podría decir que fue una apuesta personal y que poca gente estaba convencida de que merecería la pena. Otra red flag.
🚩 Yo estaba convencido e involucrado al máximo, hasta el punto de ser la sombra de esta usuaria durante horas para aprenderme todo lo que había que automatizar y, posteriormente, explicar al desarrollador. Tomé apuntes. Hice diagramas de flujo. Pantallitas a mano. Dediqué hasta tiempo que no le pertenecía a estos menesteres laborales porque sentía que estaba haciendo una gran labor, y que podría ayudar a mi compañera a todos los niveles. En resumen: Me enamoré de la solución que estaba creando simplemente por el hecho de estar haciendo un buen trabajo. Red flag de manual.
🚩 Como he comentado antes, mi labor en la empresa era auténticamente de Product Manager, pero ni me había formado como tal ni sabía siquiera qué significaba eso. Por extensión, no había mindset de producto ni sabía que era un MVP. No hubo aquello de entregar rápido para fallar pronto, ni feedback del usuario en los primeros pasos. Red flag, sí, tan enorme como evidente de detectarlo ahora.
Pese a las buenas intenciones, a la iniciativa y a la involucración de todas las partes, adivinarás que todo este proceso fue un fracaso aprendizaje increíble:
La princesa del cuento no necesitaba ser salvada. No se le puede imponer nada a nadie, por muy maravillosa que sea la idea.
El usuario necesita entender qué se le está proponiendo, al igual que un PM debe entender qué necesita el usuario.
Probar y fallar pronto para no perder tiempo/recursos y mejorar a tiempo. Fracasar mejor, que diría el profeta Ignatius.
Si algo no funciona, no te lo tomes como algo personal: No era el momento del cambio, o no supiste entender la idiosincrasia del problema. Todos fallamos, y cómo el señor Wayne, volvemos a levantarnos.
Espero que este artículo sirva para que sepas que sí, que muchos hemos pasado por ahí, y que esto nos sirve para aprender que tenemos que enamorarnos del problema, no de la solución.
Ahora que estamos en confianza, cuéntame: ¿Cuántos dragones has matado tú sin necesidad?
¡Me encanta la analogía! Y como resumen me quedo con dos frases brutales, "la princesa que no necesitaba ser salvada" y "los dragones que matamos sin necesidad" :D
Pero como acabó la historia? Se implementó la automatizació? Tu compañera fue relegada porque su trabajo ya no era necesario debido al exito de la automatización? Te cortaron las alas del proyecto por que el desarrollo estaba llevando mucho? QUEREMOS SABER!